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Bahía de Ítaca

Los manantiales de Zapatero / Antonio Regalado

                          

El próximo día 14,  -Viernes Santo para más señas-  se cumplen 75 años de la proclamación de la II República Española. Los que hemos dedicado algunas semanas de nuestra vida  a estudiarla desde todos los flancos,  sabemos que ni fue tan mala como nunca se nos llegó a contar en clase -siempre llegábamos hasta la Guerra de Independencia-, ni muchos menos tan excelsa como para que ahora la recordemos como un espejo en el que mirarnos.  Fue, sobre todo, un fracaso colectivo que derivó en una guerra incivil que terminó en represión -la represión franquista- exilio interior y exterior y sobre todo, con dolor: con mucho dolor y mucha hambre.

España quedó tan brutalmente destrozada  de parte a parte, que el odio alcanzó a familias, pueblos y ciudades enteros. Pero han pasado nada menos que tres cuarto de siglo. Cuando escucho hablar del pasado me dan ganas de enviar a esos profetas de las bienaventuranzas republicanas al túnel del tiempo para "revivir" aquel infierno y contar sus aventuras. ¡Qué fácil es reescribir la historia desde el cuarto de estar¡  Los estudiosos de la época convienen en  que el protagonismo del PSOE -de Largo y de Prieto esencialmente- contribuyó sobremanera al advenimiento del golpe de julio del 36, como bien advirtiera años antes el bueno de don Julián Besteiro. Pero el cerrilismo de  Niceto Alcalá Zamora la vanidad y miopía  políticas de  Manuel Azaña, la insaciabilidad de los nacionalismos catalán y vasco,  el empecinamiento de Gil Robles, el oportunismo de Lerroux  y el malestar en el Ejército aceleraron todo el proceso hacia el enfrentamiento.

Las mentiras de la represión de Asturias, los asesinatos "nacionales", las venganzas  anarquistas, el entreguismo leninista o los asesinatos "falangistas" son capítulos para el olvido y el perdón. Desde entonces, parapetados en el antifranquismo, la izquierda se cree con legitimidad exclusiva y excluyente para erigirse en la única fuerza  progresista y democrática: lo demás es fascismo. La II República fue peor que un crimen; fue un error colectivo.

En realidad,  avanzó en la educación -se crearon seis mil escuelas nuevas en ocho años- y en ese tiempo se consagró el voto femenino  -con la oposición socialista, por cierto, al creer que la derecha se apropiaría del voto de la mujer- y se progresó en derechos sociales y económicos. 

Resulta a todas luces exagerado (y extemporáneo) dogmatizar  en sede parlamentaria, como  afirmó en el Senado Carles Joseph Bonet  (de ERC) que la II República "ha sentado las bases de lo que hoy conocemos como Estado del Bienestar".  Y cuando menos una desmesura asegurar que estamos en deuda con aquel tiempo tan violento y cruel.

La promulgación de una ley de memoria como ha prometido el Gobierno no será un elemento para restañar las heridas  sino para reabrirlas. José Luis Rodriguez Zapatero se delectaba en la contestación.  Yerra cuando dijo que  "para reconocer aquel periodo de sueños y de lágrimas, lo mejor es contemplar alguno de los anhelos sociales que estaban presentes en el aquel proyecto de país, anhelos que tienen mucho que ver con iniciativas y realidades que la España de hoy contempla como pilares fundamentales de su convivencia. En definitiva, muchos de los objetivos, de las grandes  conquistas que imprimieron los mejores valores de aquella época están hoy plenamente vigentes". Que la Constitución del 31 iluminara la del 78 parece, más que un despropósito, simple desconocimiento del bachillerato

Lo que vislumbramos los observadores de la política es que Zp  bebe constantemente en los manantiales de la tercera década del pasado siglo. Pura estrategia: El PSOE lidera  hoy (como ayer) un proyecto con la izquierda y los "galeuscos"  (un nuevo frente popular) para arrojar a la derecha a las tinieblas.  Es decir, igual que entonces: media manantiales de España contra la otra media. Cainismo. La República fue un periodo revolucionario con más sombras  que luces. Se diga lo que se diga y se cuente donde se cuente.  Por fortuna, los españoles de ahora, no somos los de entonces. Soñar no cuesta nada pero el espejo de la II República refleja, 75 años después, demasiados sueños… rotos.  Las aguas republicanas y subterráneas hay que depurarlas por mucho que tengamos un rey tan republicano.

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