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Bahía de Ítaca

Y Bono cogió su fusil / Antonio Regalado

                              
 
Ahora parece fácil predecir que la distancia más corta entre el presidente Rodríguez Zapatero y el ‘ministro’ José Bono eran el Estatuto de Cataluña y la negociación con Eta; pero las diferencias son de mayor calado. Es un problema de asimetrías. Zapatero ascendió a La Moncloa en una España vestida de luto y se  amparó en el ex presidente castellano-manchego para elevar el rango paritario de sus “peneenes”. Fue, con Solbes, un soporte de credibilidad en un gobierno errático y mediocre  en el que han destacado tan sólo el economista Sevilla y el humanista López Aguilar.
Bono se va por propia voluntad tras haber aprobado las leyes de la Defensa Nacional, de la Carrera Militar y de Tropa y Marinería. Pero se dejó los primeros jirones de su vida política minutos antes incluso de tomar posesión cuando ordenó el repliegue de nuestras tropas en Irak. De su testamento militar, destacamos, además, el aumento del sueldo a los Ejército y la, firma como último acto de servicio, el decreto de organización y despliegue en los Ejércitos de Tierra, Aire y la Armada.
Bono es hombre de extremo centro; con convicciones. Y al que no le acompleja hablar de España, de la unidad de la Patria y de anteponer el derecho de las víctimas frente al de los verdugos de ETA. Un hombre de la Transición, moderado. Las cesiones de ZP a los nacionalistas y separatistas de ERC, sus enfrentamientos con el PSC y en especial con Maragall - lo último la cesión del Palacio  de Monjuich-;  el acercamiento a Chávez, la política antinorteamericana  y  sobre todo, la vertiente  republicanista del presidente  en los últimos días – Bono es amigo íntimo del Rey-  han colmado el vaso de su paciencia. Bono era un desclasado en el seno de un gobierno frentista que  hunde sus raíces en la tercera y negra  década del pasado siglo.  Zp lidera con los ‘galeuscos’ un cambio de régimen que un hombre de principios no puede consentir. Por eso se va. Es un alivio no haber sido diputado porque así no tuvo que tragarse el sapo de votar el Estatut, ese texto que según  Alfonso Guerra “nos retrotrae a la caída de la URSS”.
El jefe del Gobierno no ha escatimado adjetivos elogiando al titular de Defensa y se ha comprometido a “hacer todo lo posible” para que siga en política.  Pero de lo explicado en su despedida, parece que no. ¿Algún cargo institucional? “En los últimos tiempos me ha tentado con algunos”.  Alegar razones familiares para la retirada es comprensible pro insuficiente;  pensar que un “animal político’ como él,  se va a dedicar a otra cosa –“a mí de la política no me hecha nadie; ni el Estatuto de Cataluña”- resulta chocante; pero ha estado convincente al anunciar que  deja la política activa. “No voy a entrar en la oposición”.  .  Presentó la dimisión por escrito hace tres meses. Se va en paz consigo mismo. “No voy a atacar ni a mi partido ni mi presidente; hoy lo que quiero es decirles que el ministro 427 de Defensa, se va; me siento español hasta los tuétanos; me emociona la bandera y el himno nacional porque significan libertad. Me emociona mi país.”  Se fue por la puerta grande del Consejo de Ministros pidiendo perdón. Le honra. Bono vuelve a casa, a su casa de Olías del Rey Toledo);  con su esposa e hijos. Pero regresará –ojala-  algún día al ruedo político. Lo haría siempre en clave socialista. Nadie como él gestiona los tiempos.  Bono cogió su fusil. Sonrió. Y regresa a Ítaca, cargado de emociones y ternura. Siempre es hermoso volver a empezar cargado de experiencias y de amigos. Suerte y adelante.
 Nota final: El relevo en Educación, tras aprobarse ayer mismo la LOE confirma que San Segundo o Calvo Sotelo (tanto monta)  son cuota femenina pura y dura; el retorno a un gobierno socialista de Alfredo Pérez Rubalcaba – y más concretamente para el ministerio del Interior- significa que el presidente a elegido bien… al personaje. Adelantamos esta idea: nunca sabremos ya la verdad sobre el 11-M. Amén.


 
 

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