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Bahía de Ítaca

en brazos de la mujer madura / antonio regalado

Vaya por delante que el título es una licencia poética. Nada tiene que ver con el drama de Manuel Lombardero (1996) en aquella singular película protagonizada por Juan Botto,  Faye Dunaway, Johanna Pakula e Inmanol Arias, con guión de Rafael Azcona. Viene a cuento porque todas las miradas se han concentrado, de la noche a la mañana, en María Dolores Dolores de Cospedal,  -no es condesa pero sí una dama en plenitud-, candidata del PP a la Junta de Castilla-La Mancha. Una señora estupenda.    Ha roto una carrera brillante al frente de las infraestructuras de la Comunidad de Madrid para embarcarse en una aventura sin retorno –“pase lo que pase vengo para quedarme”- en la seguridad de que puede dar la vuelta a la historia en Castilla-La Mancha. Su currículum profesional y político es inmejorable. Lo más cómodo a sus cuarenta años hubiera sido seguir instalada en el Gobierno de Esperanza. Madrid, al fin y al cabo,  es el espejo en el que se miran todas las CCAA. Pero ha elegido el camino más difícil porque “quiere ganar limpiamente al PSOE”.     El perfil –mujer, ligada a la tierra, luchadora, progresista- cumplía perfectamente los requisitos exigidos desde Génova, 13 para recuperar esta región perdida desde los tiempos preautonómicos de Gonzalo Payo. Me cuenta uno de los que “seleccionadores” de secretaria general que el fichaje ha sido obra de Esperanza Aguirre quien, con harto dolor de su corazón –el partido es primero-  la propuso a instancias de una petición exclusiva del dúo Rajoy-Acebes.     Las reticencias de algunos compañeros del partido –soltera, madre y sin pareja- se han disipado cuando ella mostró su disponibilidad absoluta a condición de sea cual fuere el resultado actual, repetiría  cabeza de cartel en 2011.  Su primer viaje a Hellín (Albacete), donde vide su familia,  para celebrar el “Día de la Región”  y sus primeras declaraciones sobre el compromiso personal y el Agua –sus intenciones son hermosas pero el Plan Hidrológico Nacional está muerto y enterrado- demuestran un espíritu indomable.     José María Barreda le ha dado la bienvenida (otra emigrante que vuelve a casa) y le ha pedido trabajar juntos por nuestra tierra. De cerca, Maria Dolores de Cospedal es aun más hermosa que en televisión. Quienes esperaban la nominación han tenido que reconocer en público (y en privado) que la elección ha sido acertada.  Y han prometido ayudarla para que el cambio sea una realidad el próximo mes de mayo. Queda un año.     En breve tomará el control del partido, del grupo parlamentario y será nombrada senadora por la Comunidad. Todo el poder estará en su sonrisa. Yo, como don Quijote, no me he atrevido a mirarla abiertamente a los ojos, no fuera a ser cegado por tanta belleza. La nueva Dulcinea Popular –dicho sea con todos los respetos- es la gran esperanza blanca de un partido permanentemente dividido por falta de liderazgo y disciplina. Es decir, su trabajo será doble: hacia adentro –hable con los militantes, primero, señora de Cospedal-,  y hacia fuera: esperamos esas ideas fuerza que siembren esta meseta de esperanza.  El PSOE va a tener enfrente una contrincante de altura. Por eso el presidente Barreda ha valorado su nombramiento con respeto. Los populares, –ahora entenderán el título- han depositado sus ilusiones- en las manos (y en los brazos) de una mujer valiente. Y madura.    

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