el grito del silencio / antonio regalado

Todo empieza con un grito…  y no debe terminar en un gran silencio. O sea, en un crimen.  Casi un 15 por 100 de las mujeres europeas,  mayores de 16 años sufren malos tratos. Demasiadas muertes. Muchas más siguen sufriendo violencia física o sexual por parte de sus parejas, incluso tras la ruptura. ¡Ya es hora de ponerle fin!     

Este es el alegato que desde Madrid se lanzaba esta semana a toda Europa,  auspiciado por el Consejo de Europa, la institución más antigua del Viejo Continente que vela por los derechos humanos,  y el Gobierno español que, en opinión del presidente Zapatero lidera  en la Unión  ésta guerra tan desigual.  La campaña tiene como objetivo concienciar a los poderes públicos y a los ciudadanos de que éste tipo de terrorismo es un atentado a las libertades y a la democracia.     

El presidente del Gobierno, aparcó por un momento el proceso de paz  y se sumergió  en la que denominó ‘guerra contra el crimen machista’. Bellas palabras que no resucitan a las 62 mujeres asesinadas en España en lo que va de año; una cada cuatro días.  En algo están de acuerdo desde Finlandia a Luxemburgo y desde Portugal a Ucrania: la violencia afecta a todas las clases sociales y a todas las culturas, independientemente de la religión y las  creencias. La desigualdad hombre/mujer, el esclavismo patriarcal no se ha abolido.     

Estamos ante un nuevo ‘terrorismo heredado’ que reverdece porque se ha perdido el miedo al miedo. Las 150.000 denuncias son  la punta del iceberg de un problema privado que se ha convertido en público. 1.395 miembros de las FSE se han especializado en ayudar a las personas maltratadas. El próximo consejo de ministros dotará mejor los 40  juzgados exclusivos en  este tipo de violencia y se endurecerá el Código Penal contra los maltratadores. Un dato más: la mesa  estaba compuesta exclusivamente de hombres, entre ellos, los presidentes del Consejo de Europa y del Senado;  los ministros españoles de Justicia y Trabajo y  el propio Zapatero. Menos predicar y más dar trigo.