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Bahía de Ítaca

la venganza de Leonardo / antonio regalado

A veces una mala novela puede ser el germen de un buen guión cinematográfico; en este caso, ni una cosa ni otra. "El código Da Vinci" es una mediocre película a pesar de contar con el bioscarizado  Tom Hanks, aquel inolvidable " Forrest Gump" y con la hermosa protagonista francesa de "Las muñecas rusas", Audrey Tautou. El trailer de Ron Howard es una adaptación correcta de un "bestseller" también mediocre. No hay literatura, tan sólo marketing. Si Leonardo di ser Piero da Vinci (Anchiano, Italia, 15 de abril de 145 - Cloux, Francia, 2 de mayo de 1519) levantara la cabeza seguro que, se encogería de hombros y se refugiaría en la enigmática sonrisa de la Gioconda.El mérito es de Hollywood que codifica perfectamente las claves de consumo y los lleva a la pantalla grande, cuando el libro ha sido digerido por 40 millones de ciudadanos en 42 países. La idea central es simple: hacernos creer que María Magdalena quedó embarazada de Jesús y tuvieron descendencia. A eso le llaman el secreto mejor guardado del mundo. Y para ello, el escritor Dam Brawn, interconexiona el pasado y el presente, distorsiona la realidad con la ficción, encadena al 'Priorato de Sión' con los Templarios  y el Opus Dei con la dinastía merovingia;  desvirtúa el papel de la Iglesia de Roma y termina descubriendo que la "heredera", por cierto una mujer que no cree en Dios frente a la religiosidad del catedrático y simbologista Robert Langdon,  es la policía  Sophie Neveu. De tal palo, tal astilla.  La ciudad de la luz y en especial el museo de Louvre se convierten en un escenario ideal para investigar una trama desigual, con más efectos sonoros que recursos fílmicos en los que el espectador no encuentra la ocasión de ir desvelando el enigma. Cierto que las pistas ocultas de los trabajaos de Da Vinci lo aguantan todo; quizás porque su propia vida fue la verdad mejor ocultada. El filme tan encriptado  resulta a veces confuso. Desde luego ninguno de los protagonistas y secundarios  se llevará un oscar el próximo año por su trabajo; es una película de coyuntura, oportunista, entretenida - que no es poco- aunque excesivamente larga,  que conecta especialmente con el hombre incrédulo y poco religioso de nuestro tiempo. Ni el director ni el escritor tienen una sola prueba de lo que aseguran pero han construido argumentos sólidos para que 'otra' historia del cristianismo pueda ser posible. ¿Qué pasaría se si descubriera mediante ADN que, en efecto, Jesús mantuvo relaciones amorosas con María de Magdala? Algunos discípulos estuvieron casados y Pablo de Tarso dibujó  en Corinto algunas de las más hermosas frases que jamás  podrían haber sido escritas sin haberlas vivido previamente y con pasión: "el amor no pasa nunca", sentenció.París se convertirá de ahora en adelante en un centro de peregrinación a San Sulpicio y la iglesia del Temple en Londres volverá a ser punto de atención para curiosos cinéfilos. La controversia está servida… pero no es para tanto. Los guionistas son excesivamente duros con la prelatura del Opus Dei -el obispo parece un gañán- y el malévolo  monje Silas un psicópata que bien pudiera estar sacado de cualquier personaje de la "Guerra de las Galaxias" o de "El nombre de la Rosa", de Umberto Eco. No hay que rasgarse las vestiduras; la hipótesis de que el Vaticano se tambalearía si se descubriera dicho secreto, no se sostiene. Mantener que la exclusión de la mujer en la Iglesia a lo largo de los siglos se debe a este episodio de repudio a la ex prostituta que mesó con sus cabellos los pies de Jesús no se justifica por el culto tan especial del que ha gozado siempre la Virgen Maria, su madre, a la que se le apareció el arcángel San Gabriel en la Anunciación. "El código da Vinci" es un trabajo cinematográfico aseado para entretener con mentiras verdaderas a un público ávido de sensaciones y de creencias incrédulas en fin de semana; muertes, policías, intelectuales, concilios episcopales,  asesinos, grupos religiosos, guerreros,  mucha sangre, demasiada sangre  y algo de suspense. Los ingredientes propios de un trailer. La pirámide del Louvre  -y en especial el último 'picado' de la cámara-  nos adentra en una resolución deseable: que en el vértice, en el corazón de la pinacoteca parisina more  la yacente señora del Señor. La historia de Jesús no desmerecería en su humanidad por el mero hecho de haber sido nada menos que todo un hombre. La película pasará (arrasará en taquilla, que ése es -y no otro-  el código de La Meca californiana del cine) y como la moda impera, ésta será un eslabón más en la búsqueda de la cadena eterna del Santo Grial (Saint-Real, sangre real), transmutando aquí el cáliz en el sepulcro de La Magdalena. Si leemos "La última cena" ('La cena secreta'), de Javier Sierra,  nos daremos cuenta de que ya nadie mirará el cuadro del gran Leonardo con los mismos ojos. Y eso es lo que sucede también en la película. Creo que estamos ante la mayor venganza del arquitecto, pintor,  inventor, ingeniero y matemático más importante y enigmático del Renacimiento.La batalla de la imagen –la polémica-  está ganada con la publicidad gratuita de la Obra y de algunos  meapilas que la han servido con whisky 'on the rock'.  Hablamos de  sueños y el cine es el material con el que se han  construido siempre los mejores sueños.Cierto que Dam Brawn y Ron Howard no se hubieran atrevido a realizar una película similar fantaseando los hechos y creencias de Buda o de Mahoma. Pero nosotros creemos en la libertad. Y en el Medio y extremo Oriente, no. La grandeza del perdón es una virtud de los primeros hermanos en Cristo. En todo caso, el primero de los 10 Mandamiento comienza ordenando: "amarás…" Y el amor no pasa nunca. Sin amor no somos nada.

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