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Bahía de Ítaca

principes de la humildad / antonio regalado

    Este madrileño, cosecha del 58, da nombre desde ayer a un polideportivo en el barrio de San Blas. Sabe que de la gloria al infierno  hay solo un punto; lo comprobamos con ése épico 75-74 frente a Argentina que nos dejó el corazón ‘partío’. También cree  que la ambición de un equipo en la cancha tiene que practicar una filosofía sencilla: hablar el mismo idioma, concentrase en defensa y atacar siempre sobre el jugador más débil. José Vicente Hernández  (‘Pepu’ en el mundo de la canasta) es un estratega que utiliza en la pizarra la geometría del ajedrez. Mejor seleccionador del mundo. Ahora entendemos por qué apretaba el corazón con su mano derecha mientras sonaba el himno nacional. Su padre había fallecido horas antes y guardó el secreto para que no perturbara a los muchachos de oro. Todo un hombre.    

Con Pau Gasol,  (o sin él), los  españoles se comieron a los griegos en la jornada decisiva más memorable de un deporte colectivo. “Pau también juega” fue un revulsivo para demostrarnos que mientras se lucha no se fracasa y que nadie es imprescindible aunque  todos seamos necesarios. ¡Qué partidazo repleto de emociones¡ Memorables las lágrimas del líder lesionado. ¿Y qué decir del pívot Garbajosa? ¿Y del comportamiento de Calderón, de la “bomba” Navarro, de Cabezas; Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Carlos Jiménez, Berni Rodríguez, Marc Gasol  o Alex Mumbrú? No hay suplentes en este grupo de valientes. El ‘espíritu’ Pau contagió a todos.  Además, esta familia de amigos gigantes ostenta una humildad y una nobleza, sublimes. España existe. Merecidísimo el Premio “Principe de Asturias”.    

Las finales son para ganarlas. Al fin y al cabo, vencer es aprender, divertirse y superarse en equipo. Esto es un juego. El ejemplo de jugadores, técnicos, entrador y Federación  es el mejor legado para las generaciones venideras. Demuestra que juntos podemos con todo. Con la selección de Pepu hemos conquistado el mundo. Ya nos enseñó Séneca que siempre hay viento favorable para el que sabe a dónde va. Que los dioses les acojan por siempre en el Olimpo.  

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